Su corazón latía con una fuerza desconocida, “no era por amor al parecer quería acabar con mi vida. Mi cuerpo estaba a una temperatura alta y sólo me preguntaba ¿qué me estaba pasando? ¿Qué habrá desatado este sentimiento de angustia?”
Oriunda de San Cristobal, provincia ubicada en el sur de República Dominicana y residente en Santo Domingo, dijo que tuvo una infancia feliz y normal “mi niñez fue una etapa de mi vida que jamás olvidaré, corría mucho en el campo, me trepaba en los árboles y nadaba en el río que quedaba a una cuadra de mi casa”.
Nunca se percató que un “monstruo” estaba al asecho, era nada más y nada menos que la “ansiedad ”. “Hasta ese momento nunca imaginé que una joven tan alegre, activa y de buenos sentimientos como yo pasaría por ello.
La angustia no perdona género ni estatus social. Abres la puerta a algún sentimiento negativo y se apodera de la mente. Ella viene sin pedir permiso, es como si fuese el paquete completo de una compra, porque el huracán que viene con ella es fuerte y azota sin misericordia alguna.
Según Bupasalud.com, se considera un trastorno cuando es crónico, grave e interfiere con las actividades cotidianas. La ansiedad excesiva suele relacionarse con otros problemas de salud mental, tales como la depresión.
Shopia sufrió en carne propia los estragos de la ansiedad generalizada, que se disparó a raíz de una mala experiencia personal y también al quedar desempleada, pero que se agravó con el despunte del encierro por más de tres meses a causa de la pandemia del Covid-19 el año pasado “sentía que todo a mi alrededor se derrumbaba, no dormía, no comía y la pasaba encerrada en mi casa, temía por mí y mi hija de cuatro años.
Según datos arrojados por agencias de la Organización de Naciones Unidas ONU, quienes encuestaron a más de 5 mil familias, arrojó que un 15.4% de la población dominicana presentó ansiedad y depresión, especialmente desde que se originó la pandemia del Covid- 19.
Intentó buscar ayuda pero temía ser menospreciada y juzgada por sus amigos y familiares, ya que para ellos ella “aparentaba estar bien”, pero se estaba muriendo por dentro con sentimientos de dolor y frustración e incluso llegó a pensar en el suicidio. “Sí, llegué a pensar en quitarme la vida porque me sentía presa de mí misma.
Pero nunca imaginó que lo llevaría a la acción, tomó unas pastillas que tenía cerca de ella e intentó ingerirlas para dar fin a su sufrimiento “agarré varios frascos de pastillas y cuando pensé en tomarlos, muchos pensamientos vinieron mi mente, mi hija tan bella e inocente, mi madre tan cariñosa conmigo y sentí que algo me detuvo, cuando los acerqué a la boca, no sé qué fue, pero algo me detuvo y no logré cometer ese error, de dejar a una niña tan pequeña sin madre.
En ese intento de acabar con su angustia y desesperación sentía que la opresión se apoderaba de ella “me ahogaba y me arropaba con gran fuerza y de mi mente sólo salían preguntas y yo buscando respuestas a mi condición. Fue un camino muy largo y duro que tuve que recorrer para sanar mis pensamientos y luchar contra la ansiedad"
Cuando ya no aguantó más, buscó ayuda en el centro de Salud mental más cercano donde fue recibida por expertos en la materia, “fui diagnosticada con ansiedad crónica y depresión, jamás pensé que me tocaría vivir una situación como esta en carne propia” expresó entre lágrimas.
Los médicos les brindaron las herramientas necesarias para enfrentar el largo camino de recuperación que le esperaba. “Luché bastante para estar bien y mantenerme de pié”.
Dijo que en ese trayecto de sanación y recuperación de su “paz mental” buscó refugio en la Iglesia Cristiana. “Comencé a asistir a la Iglesia a través de una amiga que al verme en esa situación siempre me invitaba a los cultos, pero yo buscaba pretextos para no ir”.
Ahora afirma sentirse otra Shopia, más confiada, más segura de ella misma, aunque la ansiedad aun amenaza su vida, está preparada para enfrentarla.
En estos tiempos es importante cuidar la salud mental
ResponderEliminarNuestra salud mental hay que dar importancia
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